sábado, 7 de febrero de 2009

INCERTIDUMBRE Y ANGUSTIA ANTE LA CRISIS

La angustia la defino alternativamente como reacción del Yo ante el peligro o como una situación de impotencia”. S. Freud

¿Qué pasará con el sistema financiero?, ¿Estoy en riesgo de que mi empresa prescinda de buena parte de sus empleados, y tal vez de mí también?, ¿qué va a ocurrir con mis ahorros?, ¿Qué pasará con el coste de mi crédito hipotecario?, ¿dentro de unos meses volverá a subir todo: gasolina, alimentos,…?, ¿cuándo va a terminar esto?… Estas y otras preguntas son las que desde hace ya un tiempo todos los ciudadanos nos hacemos desde que comenzó esta crisis en la que estamos inmersos.

La incertidumbre e incluso porqué no, la angustia que sentimos lo padecemos cuando nos sentimos amenazados por un riesgo o perturbación. Es una emoción concreta y determinada, que usualmente empieza cuando hay una situación que está definida, algo así como una respuesta de algo que se nos viene encima. Y la crisis está en la calle, la vemos todos los días en todos los rincones, en familia y en amigos que les ha tocado de lleno, en las noticias… en todo. La actual situación económica y el desempleo centran toda la actividad laboral.

Las emociones ante la crisis son las verdaderas protagonistas, como no podía ser de otra manera, del tejido empresarial mundial: "¿Usted es consciente del drama humano que económicamente nos toca vivir a las pequeñas y medianas empresas?", “¿Hasta cuándo va a durar esto?”, son las preguntas que todos los ejecutivos se hacen estos días. “Soy María José y acabo de quedarme sin empleo, me comentaba hace unos días una persona en una Administración pública... Hasta para el Presidente de nuestra nación, en un programa de televisión, "El desempleo es mi preocupación fundamental", contestó Zapatero, quién confesó que le provoca "angustia" y añadió al respecto."Si algo me quita el sueño son las personas que pierden el empleo". La crisis se sufre emocionalmente.

La ansiedad y hasta el miedo nos causan emociones incómodas, como el sentirnos indefensos, la confusión, la preocupación y los pensamientos negativos repetitivos (nerviosismo, irritabilidad, preocupación, impotencia, inseguridad, tensión), en definitiva una profunda sensación de incertidumbre y de falta de seguridad. Sin embargo, también es verdad que cierto grado de ansiedad es deseable y necesario para el normal manejo de las exigencias de la vida cotidiana, el miedo y la angustia forman parte de nuestra respuesta normal, es un cúmulo de reacciones necesarias orientadas para la supervivencia.

Todos nosotros tenemos las mismas emociones. Todos sentimos ante estas situaciones temor, tristeza, enojo, desilusión. Lo que nos hace singulares es cómo cada uno de nosotros regulamos adecuadamente esas emociones. La diferencia está en cómo manejamos ese temor. El miedo es una emoción fundamental: universal, inevitable y necesaria. Este nivel de ansiedad bien encauzado nos está avisando que tenemos que actuar, prevenirnos e incluso podemos orientar nuestras sensaciones hacia nuevas oportunidades, como por ejemplo mejorar el rendimiento personal y nuestra actividad laboral.

Si no tratamos de cambiar nuestro mundo entonces es éste el que nos cambia a nosotros”. (Quino)

Sabemos por múltiples estudios neurobiológicos que nuestras respuestas emocionales pueden ser controladas: todos soportamos una reacción ante un determinado estímulo desagradable, frente a ciertas circunstancias, es decir, podemos aprender a controlar el desencadenamiento de una respuesta emocional. Condicionamos nuestra conducta a lo emocionalmente vivenciado. Buscamos lo agradable, evitamos lo desagradable. Sabemos, para cada uno de nosotros, qué es lo agradable o qué conductas, qué vivencias van a despertar nuestro agrado y cuáles van a despertar nuestro desagrado. Sin embargo, ¿y si aprendemos a vivir con una situación que “aparentemente” es incómoda?: pues que terminamos acostumbrándonos a sostener una situación desagradable. Acepta los estados emocionales negativos, son parte de la vida.

La incertidumbre nunca desaparecerá mientras siga creciendo. La única manera de liberarse del miedo a hacer algo, es hacerlo. La única manera de sentirme mejor es... enfrentarlo. No soy único sintiendo angustia por el momento que nos toca vivir, les pasa igual a todos los demás. Vencer el miedo asusta menos que convivir con un miedo que proviene de la impotencia. Acepta una dosis de miedo porque es normal, y a partir de ahí, conviértelo en útil. Piensa que el objetivo no es dejar de tener miedo, sino evitar que estas emociones negativas nos desborden.

“Sufrimos más por nuestras opiniones, que por los acontecimientos mismos”. Séneca.

Recientemente estuve en una ponencia que me invitaron para hablar de la “Confianza”. Comenté que la salida a esta situación en la que estamos inmersos tiene necesariamente que ser a partir de uno mismo, de nuestra autoconfianza, de nuestro sentido de vida: Movilizándonos para hacer que las cosas no sean siempre así. Trato de hacerles ver que es la oportunidad que les ofrece la crisis. Cambiar conscientemente.


La autoconfianza es una de las principales características de la aptitud emocional que se compone de autenticidad, resistencia y renovación. En cambio, la falta de confianza nos hace perder mucho tiempo y esfuerzo en salvaguardar, fiscalizar, dudar y verificar. Auto confiar es convertir el miedo en coraje; es aceptar la situación que nos provoca miedo, la crisis; es aceptar que las cosas no siempre salen como nosotros queremos y ver la parte positiva de cada experiencia vivida; es distinguir entre aquello que no puedo controlar y lo que sí está bajo mi control, que es lo que sí depende de mí y puedo cambiar; es identificar qué recursos tengo y qué recursos aún no poseo y que he de conseguir para superar la situación difícil que me produce miedo; es eliminar de mi vocabulario palabras como “imposible”, “nunca”, “nadie”,“todo”, “nada”.

Es relativizar nuestros pensamientos, abrirnos a nuevas posibilidades, intentando evitar ser rígidos cuando aquello que hemos planificado para nosotros, para nuestra vida, ya no nos resulta útil para gestionar los nuevos acontecimientos. En definitiva, firmar un compromiso con nosotros mismos para pasar a la acción.

“Soy un hombre viejo y he conocido muchos problemas pero la mayoría de ellos nunca sucedieron”. Mark Twain.